Desde el primer día de agosto, Sucre, la histórica capital donde germinó la independencia, se ha erigido como el corazón de las celebraciones por el Bicentenario de Bolivia. La urbe, conocida por su arquitectura colonial, ha adoptado los colores de la bandera nacional para acoger a dignatarios tanto del país como del extranjero, liderando así la programación conmemorativa de los dos siglos desde la proclamación de la República, ocurrida el 6 de agosto de 1825.
Las festividades comenzaron con un gesto de profundo simbolismo, cuando el gobernador interino de Chuquisaca, Luis Ayllón, presidió la colocación de la bandera nacional en el Centro Histórico y la iluminación del antiguo Palacio de Gobierno, actual sede departamental. Durante el evento, se resaltó el papel fundamental de la región en la génesis de la nación, subrayando que fue en este suelo donde se gestó la aspiración de una patria soberana. La atmósfera festiva se enriqueció con la interpretación musical de la banda Fusión Charcas y la danza de la cueca a cargo de alumnos del Colegio Santa María Eufrasia, un tributo a la riqueza cultural que caracteriza a las distintas regiones del país.
El calendario de celebraciones se inició con la anticipación del desfile escolar al viernes 1 de agosto, seguido por una marcha cívico-obrera en la emblemática Plaza 25 de Mayo, donde diversas organizaciones sindicales honraron la trayectoria histórica del país. Las actividades culminarán, por ahora, con un magno concierto programado para el sábado 2 en el Teatro al Aire Libre de Sucre. Este evento congregará a dos mil quinientos niños que conformarán un Gran Coro Infantil, acompañados por la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro Universitario San Francisco Xavier. La selección musical promete un viaje sonoro por la diversidad geográfica boliviana, incluyendo melodías tradicionales de los valles, el altiplano, el oriente y el chaco, además del Himno Nacional y la célebre composición ¡Viva mi patria Bolivia!.
La profunda conexión entre la música y la memoria histórica es una premisa central para Juan Quinquiví, director del Coro Polifónico de la Universidad San Francisco Xavier. Este historiador musical y gestor cultural ha dedicado su carrera a la recuperación de partituras del siglo XIX, entre las que destaca la Misa 20 de Pedro Ximénez Abrill Tirado, una figura de gran relevancia en el período fundacional de la nación. Quinquiví sostiene la necesidad imperante de que estas composiciones trasciendan el ámbito académico y resuenen nuevamente, enriqueciendo así el patrimonio sonoro del país. Su labor abarca también la adaptación de piezas de tradición oral provenientes del oriente boliviano. Su contribución al concierto del Bicentenario representa el culmen de una trayectoria consagrada a la revitalización del legado musical.
Las conmemoraciones no se restringen únicamente a la capital histórica. En La Paz, la jornada del sábado ofrecerá una programación dual: la antigua estación Aniceto Arce será el escenario del Ch’iti Bicentenario, un espacio diseñado con juegos y espectáculos para el público infantil, mientras que, en el transcurso de la tarde y noche, se llevará a cabo un Festival de la Cerveza que reunirá a productores artesanales. Simultáneamente, se desarrolla el Congreso Internacional Horizontes de Reforma Constitucional, un foro que congrega a diecinueve especialistas, tanto bolivianos como extranjeros, invitados por el Tribunal Constitucional Plurinacional para deliberar sobre la evolución del marco jurídico y el futuro del Estado.
Desde la esfera gubernamental, el presidente Luis Arce se dirigió a la ciudadanía con un mensaje que entrelazó la evocación histórica con la visión de futuro. El mandatario recordó que la nación emergió no solo de una extensa contienda anticolonial, sino también de siglos de perseverancia por parte de los pueblos indígenas, enfatizando que la edificación del Estado es un proceso ininterrumpido. En su intervención, el presidente destacó que la trascendencia del Bicentenario reside en su carácter popular y colectivo, afirmando que esta celebración pertenece a la totalidad de la población, más allá de cualquier figura política o institución