Un trágico incidente ha cobrado la vida de cinco mineros tras un derrumbe en uno de los yacimientos más importantes de la región andina de Potosí, al suroeste de Bolivia. Las autoridades han confirmado el suceso, aunque hasta la fecha solo dos de las víctimas han sido formalmente identificadas.
El lamentable evento tuvo lugar en la mina Amayapampa, ubicada en el municipio de Chayanta, a aproximadamente 300 kilómetros de la ciudad de Potosí. Las primeras investigaciones sugieren que la causa probable de los decesos fue asfixia por aplastamiento, presumiblemente a raíz del colapso de una sección del yacimiento.
Se ha establecido que los cinco individuos, todos mayores de edad, no eran empleados regulares de la mina Amayapampa. No obstante, contaban con autorización para realizar labores de búsqueda de oro. Esta actividad se enmarca en una práctica tradicional conocida como ‘Paqoma’, que permite la exploración aurífera en la zona entre el 31 de julio y el 1 de agosto de cada año.
En cuanto a la recuperación de los cuerpos, tres de las víctimas fueron trasladadas a un centro forense en una localidad cercana, mientras que los dos restantes fueron retirados del lugar del accidente por sus propios familiares.
Este lamentable suceso se suma a otro incidente fatal ocurrido en marzo, cuando un derrumbe en un yacimiento en el departamento de La Paz causó la muerte de cinco mineros y dejó a otros dos heridos.
Amayapampa es reconocido como el yacimiento de oro a cielo abierto más extenso de la región de Potosí, operado por la Corporación Minera de Bolivia.
El sector minero boliviano se estructura en tres grandes grupos: el estatal, que agrupa a sindicatos de obreros; el empresarial privado; y el cooperativista, compuesto por asociaciones autónomas de afiliados sin una dependencia patronal. Es precisamente en este último, donde las actividades suelen desarrollarse en yacimientos de menor envergadura y con condiciones laborales a menudo precarias, lo que expone a sus trabajadores a un riesgo elevado de accidentes. La siniestralidad en las minas bolivianas es frecuentemente atribuida a la inhalación de gases tóxicos, a los derrumbes, y en menor medida, a las explosiones