El sector vitivinícola de Tarija, representado por la Asociación Nacional de Industriales Vitivinícolas (ANIV), ha manifestado su profunda expectativa ante la inminente conformación de un nuevo gobierno. La industria, vital para la economía regional, aspira a la implementación de políticas que impulsen su competitividad y faciliten su expansión en los mercados nacionales e internacionales.
Entre los principales obstáculos identificados por el gremio se encuentran las deficiencias en la promoción comercial y la ausencia de acuerdos que permitan una inserción más ventajosa en el comercio exterior. A estas barreras se suman desafíos logísticos y financieros, como la persistente escasez de diésel, un insumo crítico para la maquinaria agrícola y el transporte de la producción. La falta de acceso a divisas extranjeras también complica la importación de materiales esenciales, impactando directamente la productividad y la capacidad de innovación del sector.
Un fenómeno reciente que preocupa a los productores es el contrabando de uva y mosto hacia el país vecino, una dinámica que, si bien ofrece precios más elevados a los viticultores, perjudica gravemente a las bodegas locales al dificultar la adquisición de materia prima en condiciones equitativas. Este nuevo flujo ilegal se presenta en contraste con la disminución del ingreso de vino de contrabando, atribuida a factores económicos externos.
En el ámbito fiscal, la carga tributaria representa otro punto de fricción. El sector ha analizado diversas propuestas políticas, incluyendo la de figuras como Tuto Quiroga, quien ha planteado la apertura de mercados y una reversión positiva como medidas para mejorar las condiciones de producción y exportación. Asimismo, la sugerencia de Samuel Doria Medina de eliminar el Impuesto a los Consumos Específicos (ICE) ha sido objeto de debate. Si bien una reducción del ICE sería beneficiosa, el gremio considera que su eliminación total podría ser compleja y de difícil aplicación selectiva, dado que este impuesto abarca una amplia gama de productos. La posición de la industria no ha sido la supresión completa del tributo, sino la búsqueda de una fórmula de cálculo más justa y sostenible, que beneficie tanto a los productores como a la recaudación estatal.
A pesar de las adversidades, la industria vitivinícola ha demostrado resiliencia, esforzándose por mantener su crecimiento. Sin embargo, la falta de respaldo gubernamental en la promoción y la negociación de acuerdos comerciales ha limitado el desarrollo de un sector con un vasto potencial para generar riqueza y empleo. La producción de vinos de alta calidad y singanis de renombre podría convertirse en un motor económico significativo si se superan las actuales barreras.
Los vitivinicultores tarijeños depositan su esperanza en una futura administración que comprenda las necesidades de la agroindustria y que implemente políticas económicas claras. El sector anhela un diálogo constructivo con el próximo gobierno, independientemente de su orientación política, para abordar los problemas estructurales que hoy frenan su expansión. El objetivo primordial es transformar las condiciones de producción y exportación, permitiendo que los productos vitivinícolas de la región compitan eficazmente en los mercados internacionales y fortalezcan así la economía local