La propuesta de reforma a la doctrina de las Fuerzas Armadas, presentada por el presidente en el contexto del bicentenario de la institución, ha generado una considerable inquietud entre los mandos militares en situación de retiro. Algunos de ellos han manifestado su preocupación de que esta iniciativa pueda conducir a una politización de la entidad castrense y a su eventual transformación en una estructura militar con un sesgo ideológico, conceptos que califican de ambiguos y con una clara inclinación partidista.
Un oficial general, actualmente en servicio pasivo y que ha solicitado mantener su anonimato debido a trámites de jubilación en curso, advirtió sobre la necesidad de proceder con extrema cautela ante la posible implementación de lineamientos que considera de orientación política específica. Subrayó que tales modificaciones no han sido suficientemente discutidas con el personal militar activo y podrían provenir de individuos percibidos como alineados con la administración gubernamental actual.
Por su parte, el coronel en retiro Jorge Santistevan fue más categórico al señalar que las nuevas directrices en materia de defensa no deberían ser diseñadas bajo una influencia partidista. En su opinión, los planteamientos expuestos por el mandatario responden a una agenda que podría comprometer la independencia institucional de las fuerzas armadas.
Durante la ceremonia central conmemorativa de los doscientos años de la creación de las Fuerzas Armadas, celebrada en Sucre, el presidente anunció la entrega de un proyecto de reforma doctrinal. Este documento busca establecer una renovada política de seguridad y defensa del Estado, fundamentada en los principios de soberanía popular y autodeterminación de los pueblos, y su contenido deberá ser debatido y aprobado por el órgano legislativo.
Para Santistevan, estas formulaciones encierran un riesgo latente. Manifestó que ciertos términos empleados por el presidente sugieren una orientación hacia una fuerza armada concebida como una milicia, al servicio de una ideología específica. La preocupación, según él, radica en que su funcionamiento se rija por principios como la autodeterminación de los pueblos y la soberanía popular, cuya aplicación, a su juicio, podría derivar en un desorden interno y alterar la naturaleza tradicional del ejército.
En su discurso durante el mismo acto bicentenario, el comandante en jefe de la institución militar, General Gerardo Zabala, aprovechó la ocasión para exponer algunas de las necesidades operativas de la entidad. Solicitó al jefe de Estado un mayor fortalecimiento de las tres fuerzas armadas, haciendo hincapié en la urgencia de mejorar el equipamiento, la logística, la tecnología y las capacidades operativas.
Sin embargo, la respuesta presidencial a estas solicitudes y el tono general del evento fueron objeto de crítica por parte de otros miembros retirados. El general Fernando Alcázar, por ejemplo, lamentó que la intervención del mandatario tuviera un marcado carácter político, dejando de lado el reconocimiento y el agradecimiento que, a su parecer, la institución merecía al cumplir dos siglos de existencia. Alcázar enfatizó que el discurso de la máxima autoridad de las Fuerzas Armadas no debe estar impregnado de elementos político-ideológicos. Asimismo, expresó su pesar por el momento en que se realizó el pedido del General Zabala, considerando que ocurre cuando al presidente le resta un periodo limitado de gestión y en un contexto de intensa actividad electoral