La proximidad de las elecciones generales en Bolivia ha generado un ambiente de incertidumbre económica, con la falta de claridad sobre la futura dirección del país y sus políticas manifestando ya efectos tangibles en la actividad productiva nacional. En este contexto, el sector empresarial privado, particularmente en regiones como Tarija, ha expresado su preocupación, describiendo la situación actual como un periodo de estancamiento productivo que podría agudizarse si no se adoptan medidas contundentes por parte de la próxima administración.
Representantes del ámbito empresarial señalan que el clima político predominante, caracterizado por la ausencia de definiciones claras, ha desalentado significativamente las nuevas inversiones y ha propiciado una actitud de cautela y espera. Este escenario, según su análisis, resulta perjudicial tanto para las empresas como para el empleo.
Existe una marcada expectativa de que el futuro gobierno impulse una reorientación del modelo económico, alejándose de las prácticas extractivistas para avanzar hacia un esquema más sostenible y diversificado. La prioridad, se subraya, debe ser el fortalecimiento de la producción local y el fomento de las exportaciones. Para revertir la actual inercia económica, se considera indispensable garantizar la seguridad jurídica y ofrecer certidumbre a las inversiones, tanto nacionales como extranjeras. La ausencia de un marco regulatorio claro y estable, argumentan, disuade a las empresas de arriesgar capital, lo que consecuentemente frena la inversión, el crecimiento y la generación de puestos de trabajo.
A las preocupaciones de índole política se suman desafíos económicos estructurales preexistentes. Un punto crítico destacado por la comunidad empresarial es la creciente dificultad para acceder a divisas. El mercado, se observa, padece una escasez aguda de moneda extranjera y, cuando esta está disponible, las transacciones a menudo se realizan a tasas que duplican o superan el cambio oficial. Esta coyuntura encarece directamente la importación de insumos esenciales, limitando así la capacidad productiva del país.
Otro factor que incide negativamente en el aparato productivo es la persistente escasez de carburantes. Esta problemática no solo entorpece la fluidez de las cadenas de suministro, sino que también incrementa los costos operativos en diversos sectores. Su impacto es transversal, afectando desde las actividades agrícolas hasta el transporte de mercancías, lo que subraya su relevancia crítica para la economía en su conjunto