El conjunto cruceño, que inició la temporada con una notable regularidad y se perfiló como uno de los protagonistas del fútbol boliviano, atraviesa actualmente una fase de exigencia física considerable. Su estratega ha mantenido una filosofía de juego basada en la continuidad de su once inicial, priorizando la búsqueda constante de la victoria. Sin embargo, la acumulación de encuentros tanto en el formato de todos contra todos como en la fase de grupos del campeonato ha comenzado a manifestar sus efectos en el rendimiento del equipo.
A pesar de seguir inmerso en la contienda por el título, la escuadra ha mostrado una merma en su desempeño durante sus últimas presentaciones, atribuible directamente al cansancio acumulado y a la sobrecarga muscular. La intensa seguidilla de partidos ha mermado la frescura de un plantel que aspira a luchar hasta las instancias finales de la competición.
Un claro ejemplo de esta situación se observó en sus recientes compromisos. Primero, sufrió una contundente derrota por 4-1 en Cochabamba frente a Aurora, a pesar de haber tomado la delantera en el marcador. Días después, en condición de local, el cuadro celeste no pudo sostener una ventaja ante un Bolívar con una alineación alternativa y terminó cediendo un empate 1-1 en los minutos finales.
La directiva ha reconocido que la exigente programación de partidos, que a menudo implica afrontar nuevos encuentros con escasos días de recuperación y constantes desplazamientos, está influyendo en el estado físico del plantel.
A este panorama se suman las bajas por lesiones musculares. Martín Alaniz y Marc Enoumbá ya han requerido atención médica, mientras que Nahuel Acosta continúa en proceso de rehabilitación desde el mes de mayo. La ausencia más significativa es la de Samuel Garzón, quien sufrió una rotura de ligamento en la rodilla a raíz de una fuerte entrada de un adversario, lo que lo mantendrá alejado de las canchas por un periodo prolongado.
Si bien las estadísticas no reflejan un índice de lesiones inusualmente alto en comparación con otros equipos, el desgaste acumulado es innegable. El cuerpo técnico se enfrenta al desafío de encontrar alternativas tácticas y gestionar las rotaciones del plantel para mantener el ritmo competitivo sin sacrificar la regularidad en la recta final de la temporada.
El reto es considerable para un equipo que ha demostrado carácter y buen fútbol, pero cuya profundidad de plantilla se ve limitada para soportar un calendario tan demandante. La exigencia física ha sido notoria y el margen de error se reduce drásticamente en una etapa donde cada punto puede ser decisivo para las posiciones clave en la tabla.
El próximo compromiso para la academia será el domingo ante Universitario de Vinto, a disputarse en el estadio Gilberto Parada de Montero a las 15:00. Este encuentro representa una nueva oportunidad para reafirmar su potencial y mostrar señales de recuperación anímica y física.
El equipo, bajo la dirección de su actual entrenador, sigue en la pugna por los objetivos trazados, pero el agotamiento se ha convertido en un adversario inesperado. La capacidad para gestionar eficazmente el estado físico del plantel será determinante para que la institución mantenga su rol protagónico hasta el cierre de la campaña