El exgobernador Mario Cossío Cortez ha ofrecido una perspectiva crítica sobre los recientes comicios en Bolivia, enfatizando que el triunfo electoral constituye solo el inicio de un proceso mucho más profundo. Según su análisis, la verdadera tarea radica en desmantelar la compleja estructura de poder que, a su juicio, se ha consolidado en el país durante las últimas dos décadas.

Cossío Cortez advierte que la euforia post-electoral debe ser contenida, ya que la recuperación democrática plena dista de ser un hecho consumado. Durante veinte años, se habría edificado en Bolivia un andamiaje institucional, político y jurídico diseñado específicamente para perpetuar un régimen de corte totalitario. Este proyecto, según sus palabras, fue concebido para una permanencia indefinida, dotándose de mecanismos legales y judiciales para neutralizar cualquier oposición política.

En este contexto, el exmandatario subraya la imperiosa necesidad de conformar un gobierno de transición exitoso. Su misión fundamental sería la de desarticular, con determinación, todos aquellos componentes que impiden el ejercicio pleno de la democracia. La victoria en las urnas, por sí misma, no garantiza la restauración democrática si no se aborda con valentía esta tarea de desmantelamiento estructural.

El exgobernador recordó que la resistencia a este modelo de gobernanza no es reciente, sino que se gestó a lo largo de dos décadas. Este prolongado esfuerzo ha tenido un costo humano significativo, con ciudadanos que han sacrificado sus vidas, han sido encarcelados o forzados al exilio, enfrentando un sistema donde las vías de defensa legal eran prácticamente inexistentes. La votación del domingo es, por tanto, la culminación de años de lucha.

Ante este panorama, Cossío Cortez enfatiza que el enfoque no debe centrarse en figuras individuales o afectos personales, sino en la construcción de una gran causa nacional democrática. Propone la posibilidad de un gobierno de unidad, un bloque democrático que, aunque no pudo consolidarse antes de los comicios, podría materializarse ahora desde el ejercicio del poder. Esta cohesión se vuelve aún más crítica frente a los anuncios de confrontación por parte de sectores radicales del anterior partido gobernante. La tarea es clara y el camino está despejado, pero su consecución dependerá de una visión estratégica y una voluntad inquebrantable para llevar a cabo las transformaciones necesarias

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