Si bien las elecciones del 17 de agosto definieron un primer escenario, la contienda por la presidencia de Bolivia ha entrado en una fase de intensificación para las formaciones políticas que respaldan a Jorge Tuto Quiroga (Alianza Libertad y Democracia – Libre) y Rodrigo Paz Pereira (Partido Demócrata Cristiano – PDC). Lejos de concluir sus labores, ambos bloques han mantenido un ritmo sostenido de actividades, redefiniendo sus estructuras y atrayendo nuevos apoyos en preparación para la segunda vuelta electoral del 19 de octubre.
Desde el Partido Demócrata Cristiano (PDC), la dirección de campaña, bajo la supervisión de Luis Ramiro Peña, ha delineado una estrategia centrada en consolidar y expandir el modelo que le otorgó el éxito inicial. Se confirma la continuidad de los equipos operativos existentes, con una proyección de ampliar su alcance a la totalidad de los municipios. Peña ha indicado que en los próximos días se formalizarán adhesiones de figuras políticas y autoridades, en un esfuerzo que busca asegurar una victoria no solo a nivel nacional, sino también en el departamento de Santa Cruz. La campaña del PDC, según su coordinador, continuará siendo de recursos limitados, fortalecida por el compromiso de militantes y voluntarios. Se enfatiza una visión de la política que trasciende la inversión monetaria, apostando por la movilización de la militancia y el compromiso ciudadano, en contraste con los métodos de las organizaciones políticas tradicionales. En esta misma línea, el diputado electo Ricardo Rada ha subrayado que la segunda vuelta se abordará con la misma lógica de la fase previa, manteniendo la coherencia en el acercamiento directo a la ciudadanía.
Por su parte, la Alianza Libertad y Democracia (Libre) ha priorizado una robusta estrategia territorial. Juan Carlos Becerra, secretario de Territorio de la alianza, ha detallado cómo los responsables de campaña en cada circunscripción —muchos de ellos legisladores electos— lideran un esfuerzo de contacto directo, a través de visitas domiciliarias, recorridos barriales y encuentros comunitarios. La premisa central es comunicar el plan de gobierno de manera comprensible y adaptada a las particularidades de cada sector de la población. Se han concretado alianzas estratégicas con diversos colectivos, incluyendo gremios de comerciantes, transportistas y el magisterio rural, destacando un reciente pacto con la Conaljuve en Cochabamba. La estrategia de Libre se apoya también en un meticuloso control electoral, que utiliza datos desagregados por mesa y recinto para focalizar los esfuerzos en aquellas áreas donde la votación fue menos favorable en la primera vuelta. Adicionalmente, el discurso de la alianza busca conectar sus propuestas con demandas específicas de la población, como el acceso a la seguridad social para trabajadores por cuenta propia, la jubilación para el sector del transporte o la estabilidad económica para los sectores productivos. Esta dinámica de trabajo se extiende de manera ininterrumpida, reflejando la intensidad de la recta final.
A pesar de las diferencias en sus enfoques tácticos, ambas fuerzas políticas coinciden en un aspecto fundamental: la primera vuelta fue apenas el punto de partida. La ronda electoral decisiva exige un redoblamiento de esfuerzos y una mayor cercanía con el electorado. Entre la austeridad del Partido Demócrata Cristiano y el despliegue territorial de la Alianza Libertad y Democracia, se define el tramo crucial de la contienda