Una reciente inspección no programada, llevada a cabo por miembros de la asamblea regional, ha puesto en el punto de mira el proyecto de construcción de la carretera Caraparí-Agua Blanca-Salitral-Iñiguazu. La fiscalización se realizó en un momento crítico, dado que la obra se encuentra próxima a su entrega, a pesar de las significativas deficiencias técnicas que se han identificado.

El pasado jueves, los asambleístas Marta Armella, Dilma Ordoñez y Rodrigo Rodríguez, acompañados por equipos técnicos especializados y representantes de diversas comunidades beneficiarias, visitaron el sitio de la construcción. Los hallazgos de esta supervisión fueron posteriormente difundidos a través de las plataformas digitales de la Asamblea Regional del Chaco, detallando el avanzado deterioro que presenta la infraestructura vial.

El proyecto, que inició su ejecución el 24 de julio de 2015, experimentó un incremento considerable en su presupuesto. El contrato original para el componente de infraestructura ascendía a 230.5 millones de bolivianos, pero tras seis modificaciones contractuales, el monto final se elevó a 257.3 millones de bolivianos. Adicionalmente, el componente de supervisión tuvo un costo de 11 millones de bolivianos. Aunque la finalización estaba prevista para el año 2020, la fecha de conclusión ha sido postergada en múltiples ocasiones.

La vía en cuestión abarca una longitud de 19.6 kilómetros, con una calzada de 7.30 metros de ancho, flanqueada por bermas de 1.0 metro a cada lado. Su estructura de pavimento flexible se compone de una carpeta asfáltica de 5 centímetros, una base de 20 centímetros y una subbase de 30 centímetros. Complementan la obra dos puentes, de 20 y 25 metros respectivamente, así como un sistema integral de alcantarillas y drenajes transversales y longitudinales.

Según declaraciones de los beneficiarios, la recepción provisional de la obra se efectuó el 17 de marzo de 2025, mientras que la recepción definitiva está programada para el 13 de septiembre de 2025. Estas fechas generan preocupación, ya que, según se ha documentado, persisten numerosas falencias en la construcción.

Durante la inspección, se constató que la obra se encontraba prácticamente desatendida, con una notoria ausencia de personal y maquinaria, a excepción de tres operarios que trabajaban en la ejecución de un cordón de hormigón. Si bien el fiscal de obra y, posteriormente, el superintendente de la empresa constructora se presentaron durante el recorrido, la figura clave del supervisor de obra, responsable del control de calidad, no estuvo presente en ningún momento.

Las deficiencias identificadas son variadas y preocupantes. Se observaron baches recurrentes y de gran tamaño, así como extensas fisuras longitudinales que atraviesan tramos completos de la vía. También se detectaron hundimientos y asentamientos que deforman la calzada, y la exposición de material granular en la superficie, indicativo de una pérdida prematura de la capa asfáltica.

Un hallazgo particularmente crítico fue la medición del espesor de la carpeta asfáltica en varios puntos, donde se registraron valores muy por debajo de lo estipulado en el contrato. En algunos segmentos, la capa no superaba los 3 centímetros, e incluso en otros apenas alcanzaba los 2 centímetros, cuando las especificaciones técnicas exigen un mínimo de 5 centímetros.

El fiscal de obra atribuyó el deterioro al desgaste provocado por el tránsito vehicular. Sin embargo, esta explicación ha generado serias interrogantes, ya que una infraestructura vial de reciente construcción no debería exhibir un nivel de daño tan significativo en un período tan corto. Estas fallas plantean dudas fundamentales sobre la dosificación del cemento asfáltico, la calidad de los materiales empleados o la idoneidad de los procedimientos constructivos aplicados, aspectos que demandan una verificación técnica rigurosa.

A lo largo de todo el tramo, se identificaron además bacheos deficientemente ejecutados, la presencia de piel de cocodrilo en el asfalto, sistemas de drenaje obstruidos, bermas y gaviones deteriorados, señalización vial inadecuada y derrumbes que comprometen tanto la seguridad como la durabilidad de la carretera

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