El reciente encuentro dialéctico entre Juan Pablo Velasco, aspirante a la vicepresidencia por la Alianza Libre, y Edman Lara, candidato del Partido Demócrata Cristiano, desató una cascada de comentarios y valoraciones en el ámbito digital y otras esferas de comunicación, oscilando entre la preocupación genuina y la burla.

La evaluación general del debate se inclinó hacia la insatisfacción. Manfred Reyes Villa, alcalde de Cochabamba, señaló que el evento dejó un sabor agridulce, caracterizado por una notoria ausencia de propuestas concretas. En su opinión, la contienda estuvo marcada por la soberbia, la agresividad y la prepotencia, mientras que las ideas brillaron por su ausencia. Expresó la esperanza de que las fuerzas políticas presenten prontamente planes serios para abordar la crisis económica, atraer inversión extranjera, contener la inflación y resolver los problemas fundamentales del país.

En una línea similar, el empresario Samuel Doria Medina calificó el intercambio como sumamente deficiente. Observó que Edman Lara capitalizó la cuestión del racismo, una estrategia que puso a Juan Pablo Velasco a la defensiva. Este último, por su parte, intentó desviar el foco con la recurrente frase de hablar del futuro. A pesar de las elevadas expectativas previas, el debate aportó escaso valor al proceso electoral, sin contribuir significativamente a las definiciones colectivas de cara a la jornada del 19 de octubre, dejando la expectativa de mayor sustancia para el debate presidencial.

La politóloga Ana Lucía Velasco compartió una experiencia emocional variada durante la transmisión, pasando de la risa a la indignación por la falta de elevación del nivel argumental, culminando en aburrimiento y, sobre todo, una profunda preocupación. Lamentó que, a pesar de las proclamas de los candidatos sobre su deseo de transformar el país y la política, no lograran siquiera elevar el estándar de un debate digno, sin estar a la altura del espacio que ocupaban.

El analista Rolando Schrupp manifestó su decepción y alarma, especialmente al considerar que uno de los contendientes asumirá la dirección de la Asamblea Legislativa Plurinacional en un momento de compleja crisis económica nacional. Describió el debate como sumamente infantil, una oportunidad perdida para la exposición y el contraste de ideas. Criticó la ausencia de una visión de país o un plan serio para la gestión legislativa, observando que los candidatos se enfrascaron en una disputa que asemejaba una riña infantil, uno con agresividad manifiesta y el otro con una táctica más sutil, pero ambos revelando una imagen de cuadros políticos improvisados o aventureros.

Por su parte, el analista Gonzalo Chávez sostuvo que Edman Lara dedicó una hora a atacar a Velasco por el contenido de ciertos mensajes en redes sociales, ofreciendo escasas propuestas. Velasco, en contraste, se mantuvo rígidamente apegado a un guion preestablecido, aunque sin lograr transmitir credibilidad. En su valoración, el debate resultó ser muy pobre.

Finalmente, el periodista Gabriel Romano consideró que el evento fue un fracaso en todos los aspectos, argumentando que los candidatos no habían trabajado en sus debilidades y carecían de la estatura necesaria para liderar el nuevo Parlamento. Señaló una combinación de insolencia, arrogancia, precariedad intelectual, la repetición insensata de consignas y una evidente falta de preparación. Romano expresó su inquietud por el futuro de la política legislativa, sugiriendo que, lejos de mejorar, la tendencia apunta a un deterioro continuo, sin que se aprendan lecciones de los errores pasados

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