La política exterior y comercial de Bolivia experimenta una reorientación significativa bajo la dirección del presidente electo Rodrigo Paz, quien ha concedido preeminencia al establecimiento de una relación estratégica con el mercado estadounidense. Este cambio se acompaña de la suspensión de la participación boliviana en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP).
A menos de diez días de asumir la presidencia, Paz emprendió un viaje a Washington, Estados Unidos, con el propósito de forjar acuerdos estratégicos. Su agenda incluye encuentros con el Departamento de Estado, el Departamento de Comercio, el Tesoro estadounidense y diversas organizaciones multilaterales, con el objetivo primordial de estrechar lazos con el mercado norteamericano. Antes de su partida, el mandatario electo expresó su interés en vincular a Bolivia con lo que describió como el mercado más grande del mundo, destacando la importancia de las reuniones programadas con las entidades gubernamentales de EE. UU.
Esta iniciativa del futuro jefe de Estado marca un claro distanciamiento de la línea política mantenida por el Movimiento al Socialismo (MAS) durante las últimas dos décadas. Los gobiernos anteriores priorizaron los vínculos con el bloque ALBA-TCP, una alianza concebida en 2005 como contrapeso al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), y en gran medida rechazaron la cooperación directa con Estados Unidos.
Expertos en economía y diplomacia, como Windsor Hernani, han señalado que ALBA-TCP nunca logró consolidarse como una alternativa viable al ALCA. Mientras que este último aspiraba a una integración comercial de 34 países del continente, con arancel cero para todas las mercancías (excluyendo a Cuba), ALBA-TCP, en su apogeo, apenas congregó a once miembros. Dado que estos eran principalmente países en desarrollo, su impacto comercial resultó marginal. Hernani ha enfatizado que las estadísticas revelan un comercio insignificante entre los países miembros de ALBA, sin generar un crecimiento perceptible. La propuesta de cooperación sur-sur involucró a naciones caribeñas y, en Sudamérica, a economías como Venezuela, Ecuador y Bolivia, sin la participación de actores regionales de mayor peso comercial como Brasil.
Las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) a marzo de 2025 corroboran la limitada interacción comercial de Bolivia con los actuales miembros de ALBA. Venezuela se ubicó en el puesto 38 como destino de exportaciones bolivianas, con envíos valorados en 3.861.660 dólares, lo que representa apenas el 0,04% del total exportado. Nicaragua, en el puesto 56, recibió exportaciones por 814.805 dólares (0,01%), y Cuba, en el puesto 73, registró 186.671 dólares (menos del 0,01%).
Desde el ámbito empresarial, Gary Antonio Rodríguez, gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), ha interpretado la suspensión de ALBA como una determinación política con un trasfondo ideológico, subrayando la imperiosa necesidad de orientar la mirada hacia el mercado estadounidense. Rodríguez argumenta que una economía de la escala de la boliviana no puede permitirse el lujo de desestimar a la principal potencia económica mundial y el mayor importador global. Asimismo, recordó episodios pasados en los que promesas comerciales de líderes regionales, tras la pérdida de las preferencias ATPDEA por parte de Bolivia, no se materializaron.
El sector gremial también ha manifestado su descontento, indicando que ALBA no generó beneficios para los productores y rechazando las recientes declaraciones de ciertos líderes. Mercedes Quisbert, ejecutiva de la Confederación de Gremiales de Bolivia, afirmó que la suspensión de ALBA no les afecta, ya que operan como importadores por cuenta propia y depositan su confianza en que la nueva administración presidencial implementará políticas favorables para comerciantes y ciudadanos, especialmente en lo referente a la estabilidad del dólar. En la misma línea, Toño Siñani, dirigente gremial de El Alto, sostuvo que ALBA no aportó nada concreto y que la mayoría de la población boliviana subsiste gracias a su propio esfuerzo, por lo que desaprueban que figuras externas pretendan hablar en nombre del pueblo boliviano.
La decisión de Bolivia de suspender su participación en ALBA ha provocado diversas reacciones en el espectro político, tanto a nivel nacional como internacional. Líderes como la opositora venezolana María Corina Machado y el expresidente boliviano Tuto Quiroga han elogiado la medida, considerándola una oportunidad para fortalecer la democracia y la libertad, y señalando un cambio de rumbo en la política exterior e interna del país. Machado, en un mensaje, expresó que ambas naciones han superado valientemente años de división y que se han derribado las barreras que buscaban confrontar a sus pueblos. Quiroga, por su parte, manifestó su beneplácito por la decisión de no invitar a ciertos países y sugirió una salida inmediata de lo que calificó como un club tóxico de naciones tiránicas, en defensa de la identidad libre y democrática de Bolivia.
En contraste, el senador Leonardo Loza, del ala evista del MAS, ha cuestionado el viaje de Paz a Estados Unidos. Loza ha expresado su preocupación por la posibilidad de que esta visita comprometa la soberanía nacional, los recursos naturales y la dignidad del pueblo boliviano
 
								
 
																											 
												 
												 
												 
             
             
					 
					 
					