Los panificadores de Tarija enfrentan serias dificultades debido a la falta de acceso a la subvención gubernamental destinada a insumos para la elaboración del pan. Esta situación se ve agravada por la escasa producción de trigo en la región, lo que obliga a los productores a depender de importaciones.

Recientemente, el gobierno anunció una inversión de 528 millones de bolivianos para subsidiar alimentos, en respuesta a las demandas de panificadores de todo el país que buscaban un ajuste en el precio del pan, superior a los 0,50 bolivianos. El acuerdo alcanzado establece que la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa) se encargará de mantener el precio subsidiado de la harina de trigo, asegurando así que el costo del pan de batalla se mantenga en 0,50 bolivianos en el resto del país, salvo en Tarija.

La producción de trigo en 2024 ha sido la más baja en años, cubriendo menos del 5% de la demanda nacional. En Tarija, el precio del pan es significativamente más alto, alcanzando 1 boliviano por unidad, o 6 panes por 5 bolivianos. No existe la opción de panes a 0,50 bolivianos, y aunque los panificadores de la región no han participado en las protestas a nivel nacional, desde el año pasado han considerado la posibilidad de aumentar el precio de su producto.

Fernando Romero, presidente del Colegio de Economistas de Tarija, ha señalado que el precio del pan en la región no solo es el más elevado de Bolivia, sino que también supera al de varios países vecinos. Por ejemplo, en Perú, el precio de un pan es de 0,45 bolivianos, mientras que en Argentina se sitúa en 0,66 bolivianos, tras conversión a moneda boliviana.

Recientemente, la Federación Departamental de Panificadores de Tarija anunció su intención de lanzar un nuevo producto con mayor gramaje, que se ofrecerá a 1,50 bolivianos. Aclararon que esto no implicará un aumento en el precio del pan tradicional, que seguirá costando 1 boliviano y pesando entre 70 y 75 gramos, mientras que el nuevo pan tendrá un peso de entre 90 y 100 gramos.

Silvia Palacios, responsable de la Oficina de Defensa al Consumidor (Odeco) en Tarija, expresó su oposición a esta medida, argumentando que, aun con un control estricto, es difícil garantizar que se respeten las especificaciones de peso en todos los casos. Romero también considera preocupante el aumento en el costo de un producto básico y sugiere la realización de un estudio técnico para evaluar la viabilidad de un ajuste en los precios.

Ambos, Palacios y los panificadores, coinciden en que el elevado costo del pan en Tarija se debe a su naturaleza distinta en comparación con el pan de batalla del resto del país, así como al hecho de que los productores locales no se benefician de la subvención estatal, ya que no pertenecen a la Asociación Nacional de Panificadores. Esto se debe a que utilizan harina importada de Argentina, que consideran de mejor calidad y mayor rendimiento.

El precio de la harina comercializada por Emapa oscila entre 120 y 136 bolivianos por quintal, mientras que la harina no subvencionada se vende a aproximadamente 250 bolivianos por quintal. Dilbert Flores, presidente de la Federación Departamental de Panificadores, mencionó que la única medida favorable que han recibido del gobierno ha sido la aprobación de un decreto que elimina aranceles para la importación de trigo y harina hasta agosto de 2025.

La situación se complica aún más por la baja producción de trigo en el país. Bolivia consume alrededor de 750,000 toneladas anuales, pero solo produce cerca de 300,000 toneladas. Un análisis del Ministerio de Desarrollo Productivo señala que existen múltiples obstáculos para la producción de trigo, como la erosión del suelo, plagas y falta de infraestructura en el occidente, mientras que en el oriente se enfrentan al estrés hídrico y la preferencia por cultivos más rentables.

La sequía también ha impactado negativamente en la producción, como lo indica Jaime Hernández, gerente general de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), quien señala que la producción no alcanza ni el 5% de la demanda nacional. Esta situación incrementa la necesidad de importar harina, que, al no estar subvencionada, se distribuye a precios que casi duplican los de Emapa.

En Tarija, se dedican 9,375 hectáreas al cultivo de trigo, generando aproximadamente 16,000 toneladas anuales, lo que representa solo el 5,4% de la producción nacional. En contraste, Cochabamba produce un 8,5% y Santa Cruz un 73,6%. La producción en Tarija y otros departamentos del occidente es relativamente baja, lo que lleva a que el abastecimiento dependa en gran medida de la producción del oriente. Los agricultores de esta región buscan que el gobierno les ofrezca incentivos y sugieren establecer un precio fijo para el trigo

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