En Bolivia, la presencia del patriarcado y el machismo sigue siendo una realidad palpable, especialmente en el ámbito político, donde las mujeres que ocupan posiciones de poder enfrentan acoso y violencia. Esta situación fue destacada por Toribia Lero, diputada indígena y precandidata presidencial, quien subrayó la falta de avances en el empoderamiento de las mujeres en el liderazgo.

Lero, auditora y activista perteneciente a la nación indígena Sura, que se encuentra en las regiones de Oruro y Cochabamba, llegó al Parlamento como parte de Comunidad Ciudadana, una coalición opositora encabezada por el expresidente Carlos Mesa. La diputada expresó su preocupación por el entorno hostil que enfrentan las mujeres en la política, describiéndolo como cruel.

Un caso emblemático que Lero mencionó fue el asesinato de la concejala aimara Juana Quispe en 2012, quien fue víctima de acoso y violencia política. Este trágico suceso llevó a la creación de una ley para combatir estos delitos, aunque la justicia en este caso ha sido lenta, con sentencias que no se dictaron hasta 2024. La diputada criticó la falta de una respuesta judicial efectiva, especialmente dado que los acusados eran un exalcalde y dos exconcejales del Movimiento al Socialismo (MAS).

Además, Lero cuestionó la falta de apoyo de la principal organización de mujeres campesinas del país, que históricamente ha estado alineada con el MAS, argumentando que no se ha pronunciado sobre el caso de Quispe ni ha tomado medidas para frenar el abuso que enfrentan las mujeres en la política. Afirmó que las mujeres que sufren acoso son aquellas que se dedican a fiscalizar y a trabajar por el bienestar de sus comunidades.

Recientemente, Lero fue anunciada como candidata presidencial para las elecciones de 2025 por la Coordinadora de Movimientos Indígenas, un hecho que provocó reacciones adversas entre algunos miembros del oficialismo, quienes la descalificaron.

La historia de Lero está marcada por un legado familiar de lucha. Su abuelo, Juan Lero Ponce, fue un ‘mallku’ que defendió los territorios indígenas y fundó el primer gobierno indígena en el siglo XIX. Su padre, trabajador minero, y su madre, quien enfrentó la vida tras enviudar y criar a once hijos, también han sido influencias significativas en su vida.

Un momento crucial en su trayectoria fue la marcha indígena de 1990 desde la Amazonía hacia La Paz, que visibilizó a etnias que habían sido ignoradas por el Estado. Este evento la inspiró a conectar con los pueblos amazónicos y a trabajar con organizaciones indígenas en su región.

Lero afirmó que tras la aprobación de la nueva Constitución en 2009, que reconoció a 36 pueblos indígenas, surgieron demandas para la implementación de sus derechos. Sin embargo, denunció que la respuesta del gobierno de Evo Morales fue violenta, destacando la represión sufrida durante la marcha de Chaparina en 2011, donde se reprimió a los indígenas que protestaban contra un proyecto de carretera que afectaba sus territorios.

La diputada criticó el monopolio del MAS sobre la representación indígena, argumentando que quienes se oponen al partido son considerados traidores. Lero ha experimentado acoso y violencia política desde su llegada al Parlamento, lo que refleja la adversidad que enfrentan las mujeres indígenas en la política.

Finalmente, Lero hizo un llamado a la necesidad de un mayor trabajo en el empoderamiento de las mujeres en el ámbito político, señalando que las normas de paridad y alternancia no se aplican de manera efectiva en las candidaturas presidenciales, lo que limita las oportunidades para las mujeres que aspiran a altos cargos

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