La obesidad se ha convertido en una problemática alarmante en Bolivia, afectando a una porción considerable de la población. De acuerdo con el Atlas Mundial de la Obesidad 2025, que ha sido elaborado por la Federación Mundial de la Obesidad, se estima que alrededor del 32% de los adultos en el país, lo que equivale a más de 3,5 millones de personas, sufren de obesidad. Se prevé que para el año 2030, esta cifra podría ascender a 6,3 millones de adultos con un índice de masa corporal (IMC) elevado, en un país que cuenta con una población total de aproximadamente 11,3 millones.

El Instituto Nacional de Estadística ha indicado que el grupo etario más afectado por el sobrepeso se encuentra entre los 40 y 49 años, donde se concentra el 43% de los adultos obesos en Bolivia. Anteriormente, en 2016, se reportaba que el 25% de la población tenía sobrepeso, cifra que ha ido en aumento, alcanzando un 28% en 2023 y escalando hasta el 32% en la actualidad, según datos de la Federación Mundial de la Obesidad, que se basa en información de la Organización Mundial de la Salud y el Instituto de Métricas de la Salud.

Este fenómeno no es exclusivo de Bolivia, ya que a nivel global también se observa un incremento significativo en las tasas de sobrepeso y obesidad en todas las edades. Ambas condiciones, en particular la obesidad, son factores de riesgo relevantes para el desarrollo de Enfermedades No Transmisibles (ENT), tales como diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer y otros problemas de salud que pueden llevar a la muerte prematura.

La edad juega un papel crucial en la prevalencia de estas condiciones; a medida que las personas envejecen, aumenta la probabilidad de presentar sobrepeso u obesidad. En 2021, se registraron 3.205 muertes prematuras atribuibles a un IMC elevado, y 59.294 personas enfrentaban problemas de salud relacionados, principalmente diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.

Entre los factores de riesgo más destacados se encuentran la inactividad física, que afecta entre el 20% y el 30% de los adultos bolivianos, y el alto consumo de bebidas azucaradas, que varía entre 1.000 y 2.500 mililitros por persona a la semana.

La Organización Mundial de la Salud define el sobrepeso como una acumulación excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud, aumentando el riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas, problemas óseos y reproductivos, así como ciertos tipos de cáncer. El diagnóstico de sobrepeso y obesidad se realiza midiendo el peso y la altura de las personas y calculando el IMC, que es un indicador indirecto de la grasa corporal. También se pueden utilizar mediciones adicionales, como el perímetro de la cintura, para un diagnóstico más preciso.

Para calcular el IMC, se eleva al cuadrado la altura en metros y se divide el peso en kilogramos por este valor. Por ejemplo, una mujer de 46 años que mide 1,66 metros y pesa 69 kilos tendría un IMC de 25, lo que indicaría que tiene sobrepeso, aunque no obesidad, ya que los criterios internacionales establecen que se considera sobrepeso un IMC de 25 o más, y obesidad un IMC de 30 o más.

El sobrepeso y la obesidad son el resultado de un desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto energético. En muchos casos, la obesidad es una enfermedad multifactorial influenciada por un entorno obesogénico, factores psicosociales y predisposiciones genéticas. En ciertos casos, se pueden identificar factores individuales que contribuyen a la obesidad, como medicamentos, enfermedades, falta de actividad física y condiciones genéticas.

El entorno obesogénico incluye factores estructurales que limitan el acceso a alimentos saludables y asequibles, así como la falta de oportunidades para realizar actividad física de manera segura. Además, la ineficacia del sistema de salud para identificar y abordar el aumento de peso en sus primeras etapas contribuye a la creciente prevalencia de la obesidad.

Santa Cruz es el departamento que presenta la mayor cantidad de personas con sobrepeso y obesidad en el país.

Para abordar esta situación, es fundamental implementar medidas de prevención y manejo, tales como asegurar un aumento de peso adecuado durante el embarazo, fomentar la lactancia materna, promover hábitos saludables en la infancia, limitar el tiempo frente a pantallas y reducir el consumo de alimentos y bebidas azucaradas. También es esencial mantener un estilo de vida saludable, que incluya una alimentación equilibrada, actividad física regular y una buena calidad del sueño, así como evitar el consumo de tabaco y alcohol

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Related Posts