En 1963, el fútbol boliviano escribió la página más brillante de su historia al obtener el campeonato Sudamericano de selecciones, actual Copa América. La ciudad de Cochabamba fue el escenario donde la selección nacional, conocida como la Verde, alcanzó la gloria en el estadio Félix Capriles. El 31 de marzo de ese año, Bolivia se impuso a Brasil en un encuentro memorable que culminó con un marcador de 5-4. Este triunfo no solo significó la obtención del título, sino que también coronó una campaña invicta a lo largo del torneo. Hasta el día de hoy, este campeonato representa el único título de selecciones mayores en el palmarés del país.
El certamen continental se celebró en territorio boliviano y contó con la participación de siete representativos nacionales: Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú y el equipo anfitrión. Las selecciones de Uruguay y Chile decidieron ausentarse de esta edición. Bajo la dirección técnica del brasileño Danilo Alvim, el conjunto boliviano capitalizó la ventaja de jugar en la altitud, desarrollando un estilo de juego ofensivo y efectivo que le permitió superar a rivales de gran calibre. Durante el desarrollo del campeonato, Bolivia cosechó victorias significativas frente a Argentina por 3-2 y Paraguay por 2-0, además de un empate 4-4 en el partido inaugural contra Ecuador.
El encuentro decisivo ante Brasil se caracterizó por una intensa disputa. Aunque Bolivia tomó la delantera en el marcador, la reacción del equipo brasileño no se hizo esperar. Sin embargo, la determinación del cuadro boliviano se manifestó en la capacidad de mantener la ventaja, gracias a las anotaciones de Víctor Agustín Ugarte, autor de dos goles, Wilfredo Camacho, Máximo Alcócer y Ausberto García. La selección Verde no solo resistió la presión de un equipo brasileño de renombre, sino que también concretó el anhelo de la afición local de ver a su selección levantar el trofeo continental.
La escuadra boliviana que logró esta hazaña estaba integrada por una generación de futbolistas excepcionales, entre los que destacaban Ramiro Blacut, Wilfredo Camacho, Ausberto García y el emblemático Víctor Agustín Ugarte. El entrenador Danilo Alvim jugó un papel fundamental al infundir una identidad de juego definida al equipo y sacar provecho de la condición de local, conduciendo al conjunto a la consecución de un logro que perdura en la memoria colectiva. Adicionalmente, Ramiro Blacut fue reconocido como el jugador más destacado del torneo, y Bolivia se consolidó como el equipo con mayor capacidad goleadora, registrando un total de 19 goles en los seis partidos disputados.
Transcurridos 62 años desde aquella gesta, la Copa América de 1963 continúa siendo el máximo logro del fútbol boliviano. En un contexto deportivo históricamente desafiante para el país, este título representa una demostración palpable de que, mediante el esfuerzo, el talento y la perseverancia, es posible alcanzar metas de gran magnitud