La hoja de coca producida en los fértiles valles de Los Yungas, en La Paz, ha experimentado una notable escalada en su valor comercial, duplicando su precio en tan solo cuatro años. Este incremento se atribuye a una compleja interacción de factores económicos y climáticos que han impactado directamente en la oferta y la demanda de este producto ancestral.
En el principal punto de comercialización autorizado en la zona de Villa Fátima, en la ciudad de La Paz, se observa que el costo de una libra de coca de la más alta calidad, que en 2021 se cotizaba en aproximadamente 60 bolivianos, ahora puede alcanzar los 120 bolivianos. Este ajuste de precios, consolidado en los últimos dieciocho meses, es una respuesta directa a la escasez de divisas y la persistente crisis económica que atraviesa el país. La Asociación Departamental de Productores de Coca (Adepcoca) de La Paz, que agrupa a 35.000 cultivadores de tres provincias, ha señalado que estos desafíos económicos han sido difíciles de contener.
Los productores, sin embargo, explican que este aparente beneficio por el alza de precios se ve mitigado por el aumento de sus propios costos operativos. La mano de obra para tareas como la remoción de tierra y la cosecha ha encarecido significativamente. Además, los métodos de secado de la hoja también influyen: mientras el secado tradicional al sol confiere un mejor sabor, muchos recurren ahora a hornos para agilizar el proceso, aunque esto pueda alterar las propiedades organolépticas de la coca.
Entre los factores clave que impulsan esta tendencia alcista se encuentra el impacto del cambio climático. La reciente temporada invernal, que concluyó en mayo, ha traído consigo periodos de sequía y bajas temperaturas que afectan negativamente la producción de la hoja, resultando en menores volúmenes disponibles en el mercado legal. A esto se suma el encarecimiento de la canasta familiar, la escasez de combustible y el aumento en el costo de los insumos necesarios para el cultivo.
El uso tradicional del acullico o masticado de la coca, valorado por sus propiedades estimulantes que otorgan resistencia durante largas jornadas laborales, se ha extendido más allá de los campos y las minas, integrándose en las rutinas urbanas cotidianas.
En el ámbito regulatorio, la Ley General de la Coca N° 906 establece un límite de 22.000 hectáreas para el cultivo autorizado en todo el país, distribuidas en 14.300 hectáreas para Los Yungas de La Paz y 7.700 hectáreas para el Chapare de Cochabamba. No obstante, informes recientes de organismos internacionales revelan que Bolivia registró 31.000 hectáreas de cultivos de coca en 2023, lo que representa un incremento del 4% respecto al año anterior y sugiere la existencia de más de 10.000 hectáreas de cultivos no regulados. Estos mismos informes indican que el precio promedio de la hoja de coca en el mercado autorizado de La Paz se incrementó en un 33% en 2023, alcanzando los 9.3 dólares por kilogramo, mientras que en Cochabamba el aumento fue del 71%, llegando a 6 dólares por kilogramo.
En el mercado local, la venta de coca se realiza por taques o sacos de yute de 50 libras, cuyos precios oscilan entre 2.100 y 5.300 bolivianos, dependiendo de la calidad de la hoja. Las categorías de precios de referencia varían desde la hojeada (la de mejor calidad, más grande y verde) hasta la choqueta (hojas más menudas y secas), reflejando una estructura de valorización basada en el tamaño y frescura del producto.
Una parte significativa de la producción de coca de Los Yungas, estimada en hasta el 60%, se destina a Santa Cruz, donde el consumo es particularmente extendido. En los mercados de la capital oriental, una libra de coca de calidad mediana grande puede alcanzar los 140 bolivianos, superando en un 40% el costo en La Paz. La coca es un elemento omnipresente en la cultura cruceña, consumida por una amplia gama de la población, desde trabajadores hasta jóvenes y figuras públicas. Allí, ha ganado popularidad el boleo o coca machucada, una forma estilizada de consumo que implica la mezcla de la hoja triturada con endulzantes y saborizantes, intensificando su efecto y comercializándose en diversas presentaciones, desde pastas hasta bolsas de hojas procesadas