Los últimos movimientos sobre el TSE han incidido en la tesis de que algunos operadores del gobierno prevén acabar con el MAS y la formación de un nuevo partido, pero el perfil del presidente está ciertamente tocado. En enero de 2020 Evo Morales eligió candidato del MAS a Luis Arce en aquel salón del CTA de Buenos Aires, pero la campaña no empezó hasta septiembre, por aquellas cosas de la pandemia. Entonces llegó Sebastián Michel, le quitó los lentes de intelectualoide, le puso la guitarra entre las manos y lo mandó a desayunar por todos los mercados del país. Ganó con 54% aquella elección. Sin embargo, la conexión de Arce con la clase media se ha visto deteriorada por su desgaste en la campaña contra el dólar y su deriva autoritaria. La purga institucional, la ocultación de datos clave y la manipulación de instancias para acumular poder son algunos de los ejemplos de esta deriva. A pesar de esto, el MAS sigue ocupando el centro del tablero político frente a una oposición cada vez más mermada. El jefe de Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa, es considerado como una “amenaza” por la oposición, pero su posible candidatura para 2025 se ve opacada por los procesos judiciales en su contra.

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