El inicio de la gestión del presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz, ha estado marcado por un significativo incidente diplomático con el líder venezolano, Nicolás Maduro, tras la suspensión de Bolivia del organismo ALBA. Maduro ha criticado duramente a Paz, acusándolo de deslealtad y de desconocer la histórica relación de hermandad entre ambas naciones. En respuesta, Paz ha declarado que el mandatario venezolano no encarna los principios democráticos.
Este intercambio de declaraciones precede la primera visita internacional de Paz como presidente electo, con destino a Washington. Observadores políticos interpretan este episodio como una clara señal de un cambio en la política exterior boliviana, que durante casi dos décadas mantuvo una línea cercana a las ideologías de gobiernos socialistas en la región.
El presidente venezolano ha manifestado que Paz, a quien ha tildado de procolonialista, está jugando con un vínculo sagrado, refiriéndose a la relación histórica entre los países, y ha emitido una advertencia severa en relación con cualquier acercamiento a Estados Unidos. Por su parte, Paz ha enfatizado que la verdadera dignidad para el pueblo boliviano reside en la paz, el trabajo, la salud y la educación, y ha prometido construir un país sin odios ni divisiones. Ha afirmado que Bolivia representa los valores de la democracia y la libertad, en contraste con lo que, a su juicio, simboliza Maduro.
El origen de esta controversia se encuentra en la decisión de Paz de no invitar a los gobernantes de Cuba, Venezuela y Nicaragua a su toma de posesión, argumentando que sus regímenes no son democráticos. Esta postura provocó una reacción inmediata de los países miembros del ALBA, quienes procedieron a suspender a Bolivia de la organización.
La visita de Paz a Washington, Estados Unidos, coincide con este contexto de tensión diplomática. Durante su estancia, el presidente electo tiene previsto presentar su plan de estabilización económica y fiscal, así como asegurar la provisión de combustibles y divisas esenciales para los primeros días de su administración. La delegación boliviana incluye a los asesores económicos José Luis Lupo y Gabriel Espinoza, quienes adelantaron su viaje. Lupo ha indicado que la agenda se centrará en temas como el suministro de combustibles, la gestión de divisas, la atracción de inversiones, la cooperación internacional y las relaciones diplomáticas.
Analistas en relaciones internacionales destacan que la fricción con el gobierno venezolano evidencia una clara reorientación de la política exterior boliviana. Este viraje implica un alejamiento de las naciones con sistemas autoritarios que conforman el ALBA y una aproximación a gobiernos democráticos y economías abiertas. Especialistas en la materia han interpretado este suceso como una clara reorientación de la política exterior boliviana, que busca alinearse con los principios democráticos establecidos en la Constitución del país. Han señalado que este cambio representa un giro significativo respecto a las alianzas mantenidas en gobiernos anteriores, que fomentaron lazos con lo que describen como dictaduras del socialismo del siglo XXI.
Ambos expertos coinciden en que el gobierno de Paz debería considerar avanzar hacia el retiro formal de Bolivia del ALBA, dado que, según su análisis, este organismo se caracteriza principalmente por su ideología y no ha generado beneficios concretos para la nación
