Un encuentro de fútbol de trascendencia continental fue abruptamente interrumpido debido a una serie de incidentes violentos, lo que llevó a la suspensión definitiva del partido entre Independiente y la Universidad de Chile. El suceso tuvo lugar en el Estadio Libertadores de América-Ricardo Enrique Bochini, en Avellaneda, mientras el marcador reflejaba un empate 1-1 en el marco del partido de vuelta de los octavos de final.

Para el conjunto local, dirigido por Julio Vaccari, este cotejo representaba un desafío crucial. Tras haber caído por 1-0 en el choque de ida, el equipo necesitaba una victoria por la mínima diferencia para forzar la definición por penales, o un triunfo más holgado para asegurar su clasificación directa a los cuartos de final. Además, el Rojo buscaba imperiosamente un resultado positivo para poner fin a una racha de siete partidos sin victorias, que amenazaba con desestabilizar su proyecto deportivo.

En el desarrollo del juego, el equipo anfitrión tomó la iniciativa desde el pitido inicial, buscando el arco rival mediante incursiones por las bandas y diagonales ofensivas, como la protagonizada por Luciano Cabral, que exigió una notable intervención del guardameta Gabriel Castellón. Sin embargo, la visita demostró una eficacia contundente en su primera aproximación de peligro: a los 11 minutos, Lucas Di Yorio desbordó por la derecha y asistió a Lucas Assadi, quien no perdonó y abrió el marcador. La jugada fue revisada por el sistema de videoarbitraje (VAR) ante una potencial posición adelantada del atacante, confirmándose finalmente su habilitación.

El elenco argentino reaccionó y, con más determinación que brillantez futbolística, logró la paridad a los 27 minutos. Tras un envío largo, Gabriel Ávalos bajó el balón de cabeza para Santiago Montiel, quien con un potente zurdazo igualó el marcador.

El inicio de la segunda mitad sufrió una demora considerable a raíz de los disturbios protagonizados por la afición visitante, ubicada en uno de los sectores altos del estadio. Algunos seguidores chilenos arrojaron butacas hacia los simpatizantes locales. Tras múltiples advertencias emitidas por el sistema de megafonía, las fuerzas de seguridad intervinieron en la tribuna con la directriz de proceder al desalojo. Una vez que los actos violentos cesaron momentáneamente, el partido pudo reanudarse.

No obstante, apenas dos minutos después de la reanudación, el árbitro principal detuvo nuevamente el juego, luego de que algunos aficionados locales invadieran el terreno de juego, reportándose un herido entre ellos. Posteriormente, el juez convocó a los capitanes de ambos equipos y los reunió con el jefe de seguridad.

La escalada de violencia continuó, registrándose incluso el lanzamiento de un artefacto explosivo desde el sector ocupado por los seguidores chilenos. Paralelamente, se observó el traslado de aficionados locales desde la tribuna general baja hacia una de las plateas. La atmósfera de hostilidad persistió, y se comunicó a los seguidores de la Universidad de Chile la necesidad de evacuar completamente su sector para evitar posibles sanciones a su institución.

Los protagonistas del encuentro se retiraron a los vestuarios por un lapso de veinte minutos, aguardando la evacuación del sector visitante. Pese a ello, un segmento de la parcialidad chilena persistió en los altercados. La tensión no disminuyó, y una facción disidente de la hinchada local ascendió al sector ocupado por los aficionados chilenos, desencadenando nuevos enfrentamientos.

En medio de un escenario de caos generalizado y ante la ausencia de condiciones de seguridad que permitieran la finalización del encuentro, los futbolistas no regresaron al campo de juego, procediéndose a la suspensión definitiva del partido. A pesar del desalojo parcial inicial en la tribuna visitante, la actuación de las fuerzas policiales no cumplió con las expectativas. Se reportaron aficionados heridos en ambas facciones de la hinchada.

Los cuarenta y tres minutos restantes del partido no se disputarán, ya que la Conmebol ha resuelto la cancelación definitiva del encuentro. El organismo rector del fútbol sudamericano evaluará las sanciones correspondientes. El vencedor de esta eliminatoria se enfrentará en cuartos de final a Alianza Lima de Perú, que previamente había asegurado su pase al superar a Universidad Católica de Ecuador con victorias de 2-0 en la ida y 2-1 como visitante en la vuelta

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