Bolivia se prepara para una decisiva jornada electoral este domingo, en una segunda vuelta presidencial que se perfila como un hito histórico. Este balotaje enfrenta a dos candidatos de derecha y podría marcar el fin de dos décadas de gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS), la fuerza política de izquierda estrechamente ligada al expresidente Evo Morales.
En Santa Cruz de la Sierra, el principal motor económico del país y un tradicional bastión de la oposición, el sentir de los ciudadanos refleja una profunda insatisfacción con la administración saliente. Entre los habitantes, la percepción generalizada es que las políticas gubernamentales han generado un significativo deterioro económico. Muchos expresan un profundo descontento, señalando que dos décadas de gestión no han logrado mejorar las condiciones de vida, sino que, por el contrario, han exacerbado las dificultades.
Más allá de la apremiante situación económica, que domina el debate electoral, otras áreas críticas como la educación y la salud también generan gran preocupación. El sistema de salud, por ejemplo, es descrito como precario, con constantes interrupciones por paros y demoras de hasta varios meses para obtener una consulta médica. La infraestructura educativa también es objeto de críticas por su deficiencia. La precariedad económica es tal que algunos ciudadanos se ven obligados a sacrificar comidas para poder cubrir los gastos básicos de servicios públicos. Una empleada de café y estudiante de psicología relata que su poder adquisitivo ha disminuido drásticamente, con la misma cantidad de dinero durando la mitad del tiempo que antes, lo que la lleva a menudo a alimentarse solo una o dos veces al día. La búsqueda constante de ingresos adicionales mediante emprendimientos se ha vuelto una necesidad ante el aumento diario de los precios y la insuficiencia de los salarios.
A pesar de que uno de los contendientes, Rodrigo Paz, se posiciona como una figura de centroderecha, hay votantes que lo perciben como una extensión de las políticas del MAS, lo que genera escepticismo sobre un verdadero cambio. Este sentimiento de desilusión se mezcla con la creencia de que los seguidores del expresidente Morales podrían respaldar a Paz. Sin embargo, no todos comparten este pesimismo. Un ingeniero industrial, por ejemplo, expresa mayor optimismo, esperando que cualquiera de los dos candidatos pueda iniciar un proceso de cambio. La expectativa generalizada entre los electores es la llegada de un liderazgo que reconozca la fragilidad económica del país y priorice soluciones inmediatas, más allá de las estrategias a largo plazo, para estabilizar la situación y sentar las bases para una recuperación.
Según los datos más recientes de una reconocida encuestadora, el candidato Tuto Quiroga registra un 44.9% de intención de voto, superando a Rodrigo Paz, quien alcanza el 36.5%. Estas cifras reflejan una ligera variación respecto a sondeos previos de la misma firma, que hace quince días asignaban a Quiroga un 47% y a Paz un 39.3%
 
								
 
																											 
												 
												 
												 
             
             
					 
					 
					