La ciudad de Santa Cruz se enfrenta a un revés significativo tras la decisión de la Conmebol de reubicar la final de la Copa Sudamericana. Esta determinación no solo priva a la región de un evento deportivo de magnitud continental, sino que también subraya la situación de un estadio inconcluso y la pérdida de una inyección económica multimillonaria que se esperaba. La entidad rectora del fútbol sudamericano confirmó el traslado de la sede a Asunción, mientras el estadio Ramón Aguilera Costas, conocido como Tahuichi, permanece sin una fecha clara para la culminación de sus obras.

Las implicaciones de esta noticia son profundas. Más allá de la cancelación de la Final Única, la incertidumbre sobre el futuro del Tahuichi es un factor preocupante. Con las obras paralizadas y sin un cronograma definido, el fútbol cruceño y nacional se encuentra en un limbo respecto a cuándo podrá volver a contar con uno de sus escenarios deportivos más emblemáticos.

En un intento por mitigar la frustración, el organismo continental ha comunicado que mantendrá su compromiso de inversión en el Ramón Aguilera Costas. Asimismo, la Federación Boliviana de Fútbol ha manifestado su interés en ser anfitriona de la final de la CONMEBOL Sudamericana en 2027, aunque esta aspiración no viene acompañada de certezas sobre plazos inmediatos o la finalización de la infraestructura actual.

Lo cierto es que, a la fecha, no existe una fecha confirmada para la conclusión de los trabajos en el estadio. Esta situación priva a Santa Cruz y al país de un caudal económico sustancial, cuyo impacto trascendía ampliamente el ámbito deportivo.

La experiencia de la final de la Sudamericana de 2024 en Asunción ilustra la magnitud de lo que se ha perdido. La capital paraguaya generó aproximadamente 50 millones de dólares durante la semana del evento decisivo, beneficiando de manera prioritaria a los sectores hotelero y gastronómico. La ciudad recibió a más de 40.800 visitantes en esos días, impulsando un movimiento económico sin precedentes. Santa Cruz anticipaba un impacto financiero similar, que ahora se desvanece con el cambio de sede.

Los clubes locales, Blooming y Oriente Petrolero, también sufren las consecuencias directas de esta situación. Han estado casi un año sin la posibilidad de utilizar su campo principal, viéndose obligados a desplazarse por distintas sedes del departamento, lo que conlleva un desgaste tanto en lo deportivo como en lo financiero.

La expectativa de ser anfitriones de una final continental se ha trocado en una amarga frustración y cuantiosas pérdidas. Sin el evento deportivo, con un estadio inconcluso y sin los ingresos esperados, Santa Cruz deberá aguardar, al menos, hasta el año 2027 para intentar recuperar el sueño que hoy se le escapa de las manos

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Related Posts