La culminación de una ardua trayectoria en las eliminatorias sudamericanas para la Copa Mundial de la FIFA 2026 se materializó con una victoria decisiva, sellando el acceso a la fase de repesca. Tras un proceso lleno de desafíos, la selección nacional logró asegurar su posición en la contienda global, desatando una euforia colectiva tanto en el terreno de juego como en todo el país.
El momento definitorio llegó en El Alto, donde el equipo se impuso a Brasil con un marcador de 1-0. El gol que aseguró este significativo avance fue obra de Miguel Terceros, quien con su anotación puso el broche de oro a una campaña que también se benefició de un resultado favorable en otro encuentro clave, donde Colombia venció por 6-3. Este desenlace ha reavivado la esperanza en el fútbol nacional, una ilusión que cobró fuerza desde que la FIFA amplió las plazas mundialistas de 4.5 a 6.5 para la edición de 2026.
A pesar de una ruta con altibajos y momentos de incertidumbre, el combinado boliviano consiguió escalar hasta la séptima posición de la tabla, lo que le otorga el derecho a disputar el repechaje. Este logro desencadenó una celebración espontánea y masiva. Con el silbato final del árbitro chileno Cristian Garay en el estadio de Villa Ingenio, la alegría fue incontenible. Los jugadores y el cuerpo técnico, artífices de esta gesta, se fundieron en abrazos, con lágrimas de emoción y, para muchos, una mezcla de asombro e incredulidad ante la magnitud de lo conseguido.
En las tribunas, figuras legendarias del fútbol nacional, como Luis Cristaldo y Marco Antonio Etcheverry, quienes participaron en el Mundial de Estados Unidos 1994, fueron testigos de este hito. Sus aplausos resonaron como un eco de su propia historia, reconociendo el esfuerzo de una nueva generación que, en su mayoría, solo conoce por relatos o recuerdos difusos la última clasificación directa al certamen mundialista, ocurrida tres décadas atrás.
La euforia post-partido trascendió los límites del campo, con aficionados que irrumpieron en el césped para compartir la alegría con sus héroes en un torbellino de abrazos. Paralelamente, las calles y avenidas, que habían permanecido desiertas durante los noventa minutos del encuentro, se llenaron de vida. Miles de compatriotas salieron en masa, ondeando la bandera tricolor y coreando el nombre del país en una procesión de júbilo que parecía no tener fin, reviviendo un orgullo futbolístico que no se sentía con tal intensidad en lustros.
Mientras tanto, en la intimidad del vestuario, los futbolistas compartían su triunfo, inmortalizando el momento a través de las redes sociales. Este grito victorioso resuena ahora con la expectativa puesta en marzo de 2026, cuando deberán enfrentar el desafío del repechaje para asegurar su boleto definitivo a la máxima cita del fútbol mundial