La fórmula narrativa que ha cosechado éxitos en el género policíaco contemporáneo encuentra una nueva y potente encarnación en la miniserie que sigue los pasos de un agente del FBI. Su creador, conocido por su trabajo en aclamadas producciones de intriga, demuestra una vez más su habilidad para entrelazar la investigación criminal con un profundo estudio de la psique humana. La clave reside en la elección de un intérprete principal de gran calibre, acompañado de una trama que explora las complejidades de las relaciones personales y los dilemas emocionales de sus personajes, difuminando las líneas entre el bien y el mal. La intriga criminal, por su parte, se dosifica con maestría, evitando giros innecesarios que a menudo dilatan la narración en otras producciones televisivas.
Si en previas creaciones la presencia estelar de una actriz sobresaliente definía el tono, en esta ocasión es un actor de la talla de Mark Ruffalo quien asume el rol protagónico con una interpretación impecable. La participación de figuras tan reconocidas y talentosas de Hollywood no solo atrae la atención del público, sino que también confiere a la producción un sello de calidad que, en este caso, se justifica plenamente. Ruffalo, en su habitual solvencia, está además respaldado por un elenco de apoyo notable, donde destacan los antagonistas interpretados por Tom Pelphrey y Jamie McShane. Este conjunto eleva la propuesta por encima del promedio, contribuyendo a mantener el prestigio de la plataforma de streaming que la alberga.
El personaje central, Tom Brandis, encarnado por Ruffalo, es un exsacerdote católico que, tras abandonar el sacerdocio, contrajo matrimonio y se unió al FBI. Su integridad moral es evidente desde el primer momento. Junto a su esposa y su hija biológica, Brandis adoptó a dos niños, una decisión que, irónicamente, se convertiría en el origen de una profunda tragedia personal. Uno de sus hijos adoptivos, afectado por una enfermedad mental, causó la muerte de su madre en un arrebato de furia. Este suceso ha dejado a Brandis sumido en la desolación, debatiéndose entre la lealtad a su hijo en prisión y el distanciamiento de su hija biológica, hermana del homicida. Aquejado por el alcoholismo, Brandis ha sido relegado a un puesto secundario, encargado de reclutar nuevos talentos para el FBI. Sin embargo, su superior decide repentinamente reincorporarlo al servicio activo, asignándole la dirección de una fuerza especial. Su misión: localizar y capturar a una banda de ladrones que opera en la región, cuyos asaltos se centran en los puntos de distribución de droga de los Dark Hearts, una poderosa pandilla de motociclistas.
Los robos son obra de Robbie Prendergras, interpretado por Pelphrey, cuyo hermano fue asesinado por un miembro de alto rango de los Dark Hearts. Su motivación es, por tanto, una mezcla de venganza y necesidad económica. Robbie es un individuo impulsivo y desafortunado, a pesar de su notable fuerza física y apariencia. Vive con sus hijos, cuya crianza recae principalmente en su sobrina Maeve (interpretada con gran acierto por Emilia Jones), la única figura sensata de la familia. En esta ocasión, Robbie se ha involucrado en un problema de una magnitud sin precedentes. Los motociclistas ejercen un control considerable en la zona, un hecho que se evidencia cuando la investigación de Brandis es infiltrada desde sus inicios. Perry, el líder local de los Dark Hearts (interpretado por McShane), presionado por los cabecillas de la organización, inicia una búsqueda interna, consciente de que los ataques a sus almacenes de droga apuntan a una traición interna. Así, los diversos hilos narrativos se entrelazan y revelan progresivamente ante el espectador.
El título original de la miniserie en inglés, Task, posee una resonancia metafórica que trasciende la simple referencia a una fuerza especial. Sugiere una alegoría sobre el peso del deber, las responsabilidades personales y cómo incluso las intenciones más nobles o los esfuerzos más banales pueden conducir a destinos insospechados