La situación actual en la Federación Sindical Única de Comunidades Campesinas de Tarija (FSUCCT) refleja una creciente tensión que podría tener repercusiones serias en la producción agrícola y la seguridad alimentaria de la región. Tomás Velásquez Rocha, un representante del sector, ha señalado que la lucha interna entre los líderes de la organización está desdibujando las prioridades esenciales para los campesinos.

Velásquez, quien se distancia de las facciones lideradas por Herber Quispe Jurado y Francisco Gutiérrez Choque, ha expresado su preocupación por el hecho de que los dirigentes están más enfocados en las disputas políticas que en abordar los desafíos productivos que enfrentan los agricultores. Esta falta de atención a los problemas fundamentales podría tener consecuencias negativas a largo plazo.

El dirigente ha criticado a las facciones rivales, alegando que han traicionado a quienes los apoyaron en su ascenso, al optar por colaborar con el gobierno nacional sin obtener beneficios concretos para el sector. A su juicio, esta situación ha llevado a una falta de atención ante temas críticos, como la escasez de combustible necesario para la maquinaria agrícola. Las largas filas para conseguir diésel y los cupos restringidos son una realidad que afecta a los trabajadores del campo.

La falta de carburante se presenta como un obstáculo significativo en un momento crucial para la siembra. Velásquez ha advertido que, si no se logra sembrar a tiempo, las heladas podrían comprometer la cosecha. Actualmente, los campesinos solo reciben cantidades mínimas de diésel, lo que limita severamente su capacidad para trabajar la tierra.

El dirigente también ha señalado que las federaciones paralelas no han mostrado disposición para abordar estos problemas, sugiriendo que su enfoque en la política les impide atender las necesidades urgentes de los agricultores. La falta de combustible en un periodo crítico de siembra pone en riesgo la producción agrícola, lo que podría derivar en una disminución de la oferta de productos básicos como trigo y maíz.

En este contexto, la situación se torna aún más crítica, ya que los agricultores que han logrado sembrar se ven obligados a recurrir a métodos tradicionales, como la utilización de bueyes y arados, lo que podría afectar aún más la producción. La falta de carburante y la inacción de los líderes agrarios son factores que amenazan la estabilidad del sector y la seguridad alimentaria de la región

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