La tarde del 3 de noviembre, una fuerte tormenta azotó Tarija, generando serios problemas en diversas áreas de la ciudad. Las intensas precipitaciones provocaron cortes de energía en múltiples barrios y el desbordamiento de calles y avenidas principales, complicando la situación para los residentes.
Los barrios más perjudicados incluyeron Avaroa, San Roque, Salamanca y partes de Juan XXIII, donde el agua inundó varias viviendas. Los vecinos se vieron obligados a actuar rápidamente, destapando bocas de tormenta para facilitar el drenaje del agua acumulada.
En la feria de la Víbora Negra, el impacto fue devastador; el agua arrastró numerosos puestos de venta, dejando a los comerciantes con poco tiempo para rescatar sus mercancías.
La Unidad de Gestión de Riesgos del municipio ha desplegado equipos de emergencia para ofrecer asistencia a las familias afectadas. El alcalde, Johnny Torres, destacó que el área más crítica fue el embovedado de la Víbora Negra, que colapsó debido al taponamiento de las bocatormentas, poniendo en peligro los puestos de la feria dominical.
Torres mencionó que se movilizó al personal municipal para ayudar a los afectados en la zona. Según Fernando Martínez, jefe de despacho municipal, el nivel de la quebrada Víbora Negra alcanzó los 2 metros, y el colapso fue atribuido a la acumulación de desechos en el cauce.
Otra de las áreas impactadas fue el hospital Obrero de la Caja Nacional de Salud, donde las instalaciones se inundaron tras la lluvia, que duró menos de una hora. Además, la ciudad experimentó un apagón general que se prolongó por más de dos horas, aunque la empresa distribuidora SETAR logró restablecer el suministro eléctrico en la mayoría de los barrios. Sin embargo, algunos sectores continuaron sin electricidad hasta la noche del domingo