La serranía de Sama, aunque ya libre de la voracidad de las llamas, afronta ahora las devastadoras consecuencias de un incendio que ha dejado un rastro de desolación. Tras los esfuerzos combinados de bomberos, voluntarios y residentes para sofocar los focos activos, el balance revela una profunda afectación en la vida de cientos de familias campesinas, con pastizales, chalares y parte de sus cultivos reducidos a cenizas. La demanda más apremiante de los afectados es la provisión urgente de forraje para sus animales.
Las comunidades de Pinos Norte y Pinos Sur, epicentro de la catástrofe, estiman pérdidas productivas de hasta el 98%. David Yuca, dirigente de la Federación Sindical Única de Comunidades Campesinas de Tarija (FSUCCT), ha señalado que el daño comprende la producción agrícola, la infraestructura habitacional y, de manera significativa, la destrucción de vastas extensiones de pasturas. La magnitud de la devastación se extiende más allá del ganado; cultivos como la frutilla y diversas hortalizas han sido completamente arrasados, y árboles frutales que requirieron años para su desarrollo hoy son solo troncos carbonizados. Datos preliminares indican que, únicamente en Pinos Norte, la superficie quemada asciende a aproximadamente 1.700 hectáreas.
Respecto al origen del siniestro, se ha sostenido que el incendio en Pinos pudo haberse iniciado por un cortocircuito en el tendido eléctrico de la empresa Setar. La FSUCCT ha remitido una comunicación formal a la Autoridad de Fiscalización de Electricidad y Tecnología Nuclear (AE), solicitando un informe detallado a la compañía y evaluando la posibilidad de emprender acciones legales. Paralelamente, se ha instado al Ministerio Público a investigar otras hipótesis que sugieren que el fuego pudo haber comenzado a partir de quemas agrícolas descontroladas, conocidas como chaqueos, que habrían puesto en riesgo incluso la Reserva Biológica de Sama.
La necesidad de asistencia es crítica y el tiempo apremia. La urgencia de forraje, alimentos y semillas es palpable, dado que las pasturas y cultivos han desaparecido, y cada día que transcurre debilita aún más a los animales. Se ha hecho un llamado a las autoridades municipales para que aceleren el levantamiento de datos, lo que permitiría activar la ayuda necesaria con mayor celeridad. En Pinos Norte, Wilmar Torres, secretario general de la comunidad, registra 27 familias damnificadas, la mayoría con pérdidas totales. La situación es igualmente crítica en Lazareto, otra de las zonas impactadas por el fuego. Los residentes expresan su profunda preocupación por la alimentación de su ganado, ya que las pasturas secas existentes han sido consumidas por las llamas. La comunidad de Lazareto, afectada por un incendio cuyo origen no se localiza en su territorio, enfrenta desafíos similares, con el temor latente de que los animales se debiliten y perezcan por la falta de alimento